La
bruja Berta vivía en el bosque en una casa toda negra.
La
casa era negra por fuera y por dentro.
Las
alfombras eran negras.
Las
sillas eran negras.
La
cama era negra y tenía sabanas negras y edredón negro.
¡Hasta
el baño era negro!
Berta
vivía en su casa negra con su gato, llamado Bepo.
El
gato también era negro,
¡¡¡Y
así comenzaron los problemas!!!
Cuando
Bepo se echaba en una silla con los ojos abiertos, Berta lo podía ver, al menos
podía ver sus ojos.
Pero
cuando Bepo cerraba los ojos y se ponía a dormir, Berta no lo veía para nada, y
entonces se sentaba encima.
Cuando
Bepo se echaba en la alfombra con los ojos abiertos, Berta lo podía ver, al
menos podía ver sus ojos.
Pero
cuando Bepo cerraba los ojos y se ponía a dormir. Berta no lo veía para nada, y
entonces tropezaba con él.
Un
día, después de una caída muy fea, Berta decidió que algo había que hacer. Tomó
su varita mágica, la agitó una vez y..... ¡ABRACADABRA!
Bepo
dejó de ser un gato negro. Ahora era de un verde brillante.
Entonces,
cuando Bepo dormía en la silla Berta lo podía ver. Cuando Bepo dormía en el suelo, Berta lo
podía ver. Y también lo podía ver cuando dormía sobre la cama. Aunque a Bepo no
se le estaba permitido dormir en la cama....
Y
Berta lo llevó afuera, y lo dejó sobre el césped. Cuando Bepo se echaba en el
césped, Berta no lo podía ver. Aunque tuviera los ojos bien abiertos.
Berta
salió corriendo afuera, tropezó con Bepo, dio tres volteretas y cayó sobre unos
rosales llenos de espinas.
Esta
vez Berta estaba furiosa. Tomó su varita mágica, la agitó cinco veces y... ¡¡¡ABRACADABRA!!!
Bepo
tenía la cabeza roja, el cuerpo amarillo, la cola violeta, los bigotes azules y
cuatro patas rosas. Pero sus ojos seguían siendo verdes.
Ahora
Berta podía ver a Bepo cuando se echaba en una silla, en la alfombra y cuando
se desplazaba agazapado en el césped. Y aún cuando trepaba al árbol más alto.
Bepo
trepó al árbol más alto para esconderse. Se veía ridículo y él lo sabía. Hasta
los pájaros se reían de él.
Berta
estaba preocupada. Quería a Bepo y no le gustaba que se sintiera desgraciado. Y
entonces Berta tuvo una idea. Agitó su varita mágica y ¡¡¡ABRACADABRA!!!
Bepo
fue otra vez un gato negro. Bajo del árbol ronroneando.
Entonces
Berta agitó su varita, una, dos y tres veces.....
Ahora,
en lugar de una casa negra, tenía una casa azul con el techo violeta y una
puerta también violeta. Las sillas eran blancas y rojas con almohadas blancas.
La alfombra era verde con flores rosas. La cama era azul, las sábanas blancas y
rosas. El baño era blanco reluciente.
Y
ahora Berta podía ver a Bepo no importa donde estuviera.
Me voy por un caminito, me voy por otro, y si este cuento les gustó, mañana les cuento otro.
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