Comenzamos
con una frase que invitaba a la reflexión: Yo,
frente a la asignatura. Elegí esta asignatura porque el nombre me gustó.
Porque pienso que las escuelas necesitan fervientemente innovación y cambio. Y
si el día de mañana quiero innovar y cambiar humildemente la escuela en mi
pequeño campo de acción (como puede ser un aula), tendré que estar preparada
para hacer frente a ese reto.
Y
escogí esta carrera, precisamente por lo anterior. Porque pienso que para hacer
frente a los retos que hoy en día nos plantea la educación no basta con una
diplomatura en magisterio. Y creo que no me estoy equivocando; esta carrera me
está proporcionando muchos conocimientos necesarios y esenciales para poder
hacer una buena labor el día de mañana.
Si
esta asignatura pretendía ser una llamada
al ser, pienso que, junto con otras asignaturas (de esta y de la otra
carrera), lo han conseguido. Mi paso por la facultad desde el primer día, ha
supuesto un reencontrarme como persona y, por tanto, como futura profesional.
Si no nos conocemos a nosotros mismos, si no sabemos cómo somos, cuáles son
nuestros puntos débiles y nuestras fortalezas, si no somos lo suficientemente
humildes para reconocer que nos equivocamos, que no lo sabemos todo, es
imposible que podamos ejercer en la docencia de forma correcta. Como se nos
plateó el primer día, tenemos que ser capaces de desprendernos del rol de
“conocedor” y pasarnos al rol de “guía”.
Convertirnos
en una persona que aúna de forma equilibrada: corazón, conocimientos y
voluntad. Ya lo decía Aristóteles, “La virtud está en el justo medio”. Esto no
siempre es fácil, incluso diría que es muy difícil. Porque esas tres facetas
(corazón, conocimientos y voluntad) forman parte de nuestra personalidad, en
mayor o en menor medida dependiendo de cómo seamos. Por eso es tan esencial,
conocernos para poder cambiar y/o potenciar aquellas características que nos
definen.
Otra
frase esencial de la asignatura ha sido, “La libertad no consiste en poder
decir lo que se piensa, sino en poder pensar lo que se dice”. Y para poder
pensar en lo que digo es por lo que escogí esta carrera y esta asignatura. La
asignatura en particular, me ha ayudado a reflexionar sobre temas que siempre
he debatido en muchos contextos informales, pero que pocas veces he plasmado
sobre el papel y es necesario esto de poder escribir lo que se piensa sobre
determinados temas. Porque al escribirlos reflexionas sobre ellos, buscas
referencias bibliográficas que apoyen tus ideas y en general construyes un
conocimiento que nace de ti y que está fundamentado en otras personas que
hablan de lo mismo. Pero ese conocimiento y esas ideas son tuyas y de nadie
más.
Entre
los conceptos sobre los que hemos reflexionado están, La necesidad de
desaprender lo aprendido (con los textos, esperando
a los otros, valor de uso vs valor de cambio y aprender las lecciones equivocadas), hemos aunado criterios con
respecto a tres conceptos fundamentales: aprendizaje, cultura académica y
funciones de la escuela, hemos hablado de favorecer un aprendizaje con sentido
(con los textos, Los pollitos viajeros,
historia a pie de calle y La ciencia en la vida cotidiana),
conocer el contexto para poder entender el texto, y por último la pregunta ¿Qué
es innovación? Partiendo de lo que no es, para poder llegar a su definición.
Los últimos temas no se han podido tratar con tanta profundidad como los
primeros, por falta de tiempo y por no poder leer los textos (que, por cierto,
leeré cuando se acaben los exámenes).
Concluyo
con una de las primeras preguntas que se plantearon en esta asignatura:
¿Quién
soy? Una pregunta complicada. Sé que no quiero ser una eterna estudiante, se
también que siempre estaré en continuo aprendizaje (la docencia es así), pero
cuando acabe la carrera quiero, por fin, aprender de la práctica, guiada por
los conceptos teóricos adquiridos durante todos estos años. Conocerme en el
ejercicio práctico de la profesión (cosa que en los prácticums pude hacer, pero
de forma muy escueta), yo como docente. Conocer mis debilidades y mis
fortalezas y trabajar en ellas, y aprender y cambiar y mejorar. Me quedo con la
frase final: “Influir sobre una persona es transmitirle nuestra propia alma”,
Oscar Wilde. Espero, yo también, regalar parte de mi alma a muchas personas a
lo largo de mi vida.
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