jueves, 6 de junio de 2013

La bruja Berta


La bruja Berta vivía en el bosque en una casa toda negra.
La casa era negra por fuera y por dentro.
Las alfombras eran negras.
Las sillas eran negras.
La cama era negra y tenía sabanas negras y edredón negro.
¡Hasta el baño era negro!

Berta vivía en su casa negra con su gato, llamado Bepo.
El gato también era negro,
¡¡¡Y así comenzaron los problemas!!!

Cuando Bepo se echaba en una silla con los ojos abiertos, Berta lo podía ver, al menos podía ver sus ojos.

Pero cuando Bepo cerraba los ojos y se ponía a dormir, Berta no lo veía para nada, y entonces se sentaba encima.

Cuando Bepo se echaba en la alfombra con los ojos abiertos, Berta lo podía ver, al menos podía ver sus ojos.

Pero cuando Bepo cerraba los ojos y se ponía a dormir. Berta no lo veía para nada, y entonces tropezaba con él.

Un día, después de una caída muy fea, Berta decidió que algo había que hacer. Tomó su varita mágica, la agitó una vez y..... ¡ABRACADABRA!

Bepo dejó de ser un gato negro. Ahora era de un verde brillante.

Entonces, cuando Bepo dormía en la silla Berta lo podía ver.  Cuando Bepo dormía en el suelo, Berta lo podía ver. Y también lo podía ver cuando dormía sobre la cama. Aunque a Bepo no se le estaba permitido dormir en la cama....

Y Berta lo llevó afuera, y lo dejó sobre el césped. Cuando Bepo se echaba en el césped, Berta no lo podía ver. Aunque tuviera los ojos bien abiertos.

Berta salió corriendo afuera, tropezó con Bepo, dio tres volteretas y cayó sobre unos rosales llenos de espinas.

Esta vez Berta estaba furiosa. Tomó su varita mágica, la agitó cinco veces y... ¡¡¡ABRACADABRA!!!

Bepo tenía la cabeza roja, el cuerpo amarillo, la cola violeta, los bigotes azules y cuatro patas rosas. Pero sus ojos seguían siendo verdes.

Ahora Berta podía ver a Bepo cuando se echaba en una silla, en la alfombra y cuando se desplazaba agazapado en el césped. Y aún cuando trepaba al árbol más alto.

Bepo trepó al árbol más alto para esconderse. Se veía ridículo y él lo sabía. Hasta los pájaros se reían de él.

Berta estaba preocupada. Quería a Bepo y no le gustaba que se sintiera desgraciado. Y entonces Berta tuvo una idea. Agitó su varita mágica y ¡¡¡ABRACADABRA!!!

Bepo fue otra vez un gato negro. Bajo del árbol ronroneando.

Entonces Berta agitó su varita, una, dos y tres veces.....

Ahora, en lugar de una casa negra, tenía una casa azul con el techo violeta y una puerta también violeta. Las sillas eran blancas y rojas con almohadas blancas. La alfombra era verde con flores rosas. La cama era azul, las sábanas blancas y rosas. El baño era blanco reluciente.

Y ahora Berta podía ver a Bepo no importa donde estuviera.


Me voy por un caminito, me voy por otro, y si este cuento les gustó, mañana les cuento otro. 



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